Ven a compartir las ambrosías del camino,
misionero que transitas el espacio.
La noche, plétora de arrullos y celestina de nuestro amor,
nos invita a unir nuestras islas en un abrazo eterno de pasión.
Seamos Uno en la eternidad.
Hagamos de la oscuridad nuestra testigo
y del viento impertinente, caricias divinas...
Que nuestros cuerpos sean lava ardiente de volcanes en erupcion…
Caricias que emergen incontenibles
Que nacen en lo profundo…
Que hierven, que vienen
De adentro, como magma pasional
En desbordante ímpetu.
Amy/julio 2003
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