viernes, 15 de diciembre de 2006

UN REGALO DE NAVIDAD




Querido Papito Dios…

En estas Navidades quisiera pedirte un regalo que pueda yo compartir con aquellos que me aman… con aquellos que me sonríen al pasar… con aquellos que hoy conocí y se fueron… con aquellos que llegaron a mi vida y ya no están… Con el niño que en un semáforo hace malabares para ganar unas monedas… con la mujer que en silencio llora por no poder alimentar a sus hijos… con los que no pueden escuchar el Sublime Sonido de tu Amor… con los necios que se obstinan en negar tu Existencia… con aquel que se reconcilió con la vida... con el que feliz comparte un hogar... con todos los que desean vivir en paz.
Con todos ellos Papá Dios, quisiera compartir TU AMOR… ese Amor que es agua viva, que nutre las almas, que conquista montañas y reverdece los valles… que baña con su azul el horizonte de las almas buenas... ese amor que resuena en lontananza y hace llorar de regocijo… Amor que conquista corazones y alivia el dolor, las penas; que da sosiego al mundo.

En espera de tu Amor, Dios Mio… quisiera desear a todos los que lleguen llenos de gotas de rocío a humedecer y dar vida a mi blog…. Una FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO 2007.

LA VEJEZ ES SOLO JUVENTUD ACUMULADA

En días pasados, mis estudiantes de Décimo grado, tuvieron una rica e inolvidable experiencia, asistiendo con su profesora de Religión a un ancianato, en la ciudad donde vivo. Ellos, mis 28 loquillos y adorables jóvenes, de quienes soy directora de grupo, prepararon con antelación todo lo que le ofrecerían a los ancianos del Asilo San Antonio. Muchos de ellos veían la visita como una deliciosa forma de escaparse de algunas de las clases, otros, pedían mi ayuda para que les colaborara solicitando el dinero a aquellos estudiantes que aún no les habían entregado el mismo. "Que si les compraban cremas para el cuerpo y las manos, que si perfumes pequeños, que si les llevarían música, y además, que cómo y a qué horas, prepararian la pequeña dramatización del Nacimiento del Niño Dios que les presentarían a los visitados.

Llegó el tan esperado día y felices partieron al Asilo San Antonio con su profesora de Religión, cuando eran las 8:30 de la mañana. Pasó el día, y cuando eran las 12:20 del mediodía, regresaron. Sus caras felices salieron a mi encuentro porque mucho tenìan que contar... así que esperé la hora de clase que me tocaba con ellos, y olvidándome del tema que tenía preparado para ese día, les pregunté cómo había sido su experiencia con los ancianos. Sobra decir, que allí en aquel aula de clases, no hablaba uno solo... todos querían hacerlo y en coro... nadie quería perderse de contar algo. Así que los calmé y comencé a preguntarles.

El uno me contó de la anciana cuyos hijos se habían ido a vivir a los Estados Unidos, llevándosela a ella para instalarla en un lujoso ancianato de alguna fría ciudad de ese país, donde no se hablaba sino inglés, y donde la enfermera que los cuidaba, mas parecía una guardiana de cárcel que una amable enfermera... así que ella misma le dijo a sus hijos que por favor la trajeran de vuelta para Colombia, que ella quería quedarse acá, en un asilo por supuesto, pero en lugar donde el calor humano y el idioma fueran accesibles a ella... Así fue que uno de sus hijos la trajo y la instaló en el mencionado asilo... permaneciendo durante tres largos meses viviendo en un hotel, esperando a ver si su madre se arrepentía y le decia que quería regresar a Estados Unidos con él... pero esto nunca sucedió y asi, él tuvo que regresar solo a dicho país, dejándo a su madre en el asilo, donde la visita cada cinco meses. Otro de mis alumnos se refirió conmovido a la anciana de 70 años, quien había sido maestra y al verlos a ellos, tomó la mano de Marco, uno de mis estudiantes, y comenzó a llorar y a contarles todo lo que ella había vivido cuando era maestra... Ella se aferraba más y más a su mano, poniéndosela en el pecho, mientras sus lágrimas rodaban silenciosas por sus mejillas...

Y aquel, mi estudiante más terrible, y quien no había puesto mucho interés en la visita, se levantó para decirme que el ver a esos ancianos, una serie de sentimientos encontrados se generaron en él... que estando allí sintió cuán valiosa es la familia, cuán valioso es el amor. Que al verlos alli, abandonados por sus familiares en ese lugar, donde son cuidados con amor, pero con un amor compartido... con un amor de momento, que tal vez no viene aderezado con un beso o un abrazo, o un TE QUIERO o un TE AMO, pudo valorar más a su familia.

Y otro, aún conmovido, me contó como al ver a ese grupo de ancianos, comenzó a llorar, siendo asimismo consolado por sus propios compañeros. Y otro recordó a la anciana que repetía una y otra vez, que su día para morir ya estaba próximo. Y de aquella anciana que fue reprendida por una de las monjas que velan por ellos, ya que le tenían prohibido agitarse, debido a su edad y a una enfermedad coronaria, cuando, por no quedarse atrás de los otros, comenzó a bailar al ritmo de una pieza tropical, cuando mis estudiantes abrieron un concurso de baile para ellos, en el que recibirían los regalos que les habían llevado, y que al ver que la monja la tomaba del brazo para que se sentara, terca y con ganas de seguir bailando, dio un pellizco en el brazo de aquella, provocando la risa de mis estudiantes...

Muchos fueron los que contaron sus vivencias en el lugar, siempre sobrecogidos por un sentimiento de nobleza y de compasión... otros tantos que fueron capaces de expresar su tristeza ante aquellas personas que no esperan sino el momento para enviar a sus padres a un asilo... no sabiendo de lo que se pierden, al no tener a su lado la sabiduría de un abuelo o de una abuela; al igual que su mano protectora, o su palabra amable para defenderlos de todo aquello que los venga a dañar.


Después de escucharlos, solicité a ellos me escribieran una reflexión, ya fuera en una frase o poema o párrafo, acerca de su visita al ancianato. Y así fueron surgiendo bellos textos, donde cada uno, de una manera espontánea, plasmó su sentir acerca de su experiencia. Algunos usando metáforas, otros un lenguaje cotidiano... pero eso sí, en cada escrito se respiraba la marca de una vivencia de amor... y de ellas, surgió el titulo de mi texto: "La Vejez es sólo juventud acumulada"... y muchos otros que nacieron de esas mentes jóvenes, que parecieran no darse cuenta del dolor ajeno y de la falta de amor que existe en el mundo...

Fue sólo una corta visita, que para muchos significó mucho. Y así mañana no vuelvan a visitar a los ancianos, nunca olvidarán que por un instante... tan sólo un instante de sus vidas, utilizaron su tiempo para llevar un poco de felicidad a esos seres tan necesitados de amor y de afecto.

viernes, 1 de diciembre de 2006

POR TI SON ESTOS VERSOS




¿Dónde te escondes mi amanecer dorado?
¿Donde vibras en tu afán temprano?
Ven… toca… desarma el orden de la mañana,
Sofoca mis sentidos y alivia mi corazón
que ardiente y amándote por ti clama.

Ven y canta mi colibrí de amores
Ven y con tu boca, colma esta sed mía…
Entra en mi ser y alborota mis entrañas
Alborota mis sentidos y sacia con tu piel
Este calor que taladra mi corteza enardecida.

En este amanecer de rosa alegra esta vida mía,
Salva mi tarde del hastío
Permíteme saborear de la noche su azabache.
Y revuelca mis sábanas
entre pétalos de rosa enardecidos.

Ven colibrí de coloridas plumas
Trina en el espacio que es sólo tuyo y mío.
Borda filigranas deliciosas
Y teje con tus manos mis más hondos sentimientos.

Dónde has surcado el espacio que dominas
Ven a mi que soy tu flor amado colibrí
Liba mi néctar que hierve apasionado,
Y con tu suaves plumas acaricia el alma mía…

Siempre viva en la esperanza
Amy/12/01/2006